lunes, 6 de octubre de 2014

Independencia al salario mínimo

El mercado laboral es uno de los temas apremiantes de la economía nacional; en el se decide no solamente el bienestar familiar hablando en términos monetarios, se decide una parte fundamental del movimiento económico; el ingreso per cápita moderado por el gobierno, ayuda en gran medida a contener, o en su caso, a liberar las presiones económicas; además, en México, el indicador del poder adquisitivo del trabajador, está ligado con muchos instrumentos de control económico del diario acontecer nacional, por ello es tan delicado abordar esta temática y salir ileso de ella; a pesar de ello, algunos hablan de él con escaso conocimiento de causa y generan propuestas que buscan mejorar las condiciones del trabajador pero que están muy alejadas del sentido económico.

La escasa capacidad de compra en nuestro país, se debe principalmente al mínimo poder adquisitivo familiar, éste a su vez, está ligado al aumento del crédito; y no es que el crédito sea malo, por el contrario, es un buen detonante del mejoramiento económico, cuando está bien sustentado en el ingreso del deudor; pero cuando se tiene un salario apenas capaz de sufragar las necesidades básicas de alimento y es insuficiente para cubrir el resto de las necesidades personales y familiares, -la vivienda, el esparcimiento, la educación-, y se junta con la casi nula posibilidad de mejoramiento macroeconómico a corto y mediano plazo, entonces el problema se convierte en algo serio y con posibilidades de estallar en algún punto de la línea del tiempo; el problema es el nivel salarial predominante en nuestro país y de la forma en que se controla su movimiento, a través de negociaciones entre sectores, en lugar de dejarlo a las fuerzas del mercado.

En nuestro país el movimiento salarial “gobierna” muchas tarifas públicas que están ligadas a él, es como un círculo vicioso y deprimente; es decir, si hay un movimiento, el caso de un incremento salarial, entonces las tarifas de servicios, de multas, de cobros y demás cuotas, principalmente gubernamentales, tienen un movimiento igual al del salario, por lo que la posibilidad de superar la línea de bienestar, se ve seriamente cuestionada y minimizada; lo más lógico, claro, es proponer que se nivele la pérdida del nivel adquisitivo que se ha sufrido desde hace décadas, pero eso es algo económicamente discutible por las condiciones actuales en que se propone.

Se puede seguir haciendo por decreto y continuar con el mismo resultado que es perjudicial en el corto plazo para los trabajadores; o dejárselo a las fuerzas del mercado, es quizá una de las posibilidades que deberían considerarse; desligar las tarifas y cuotas públicas del salario, es una las necesidades más urgentes por responder en el mercado laboral; que el salario tenga el valor que el mercado le fije no es aberrante, sea o no, una mercancía, la fuerza de trabajo tiene un valor y el mercado tiene sus propios medios para asignar ese valor sin la intermediación del gobierno.

Debe darse por terminado el uso del salario mínimo como instrumento de fijación y movimiento de multas, sanciones, trámites y demás cuestiones políticas y económicas. Al día de hoy el salario mínimo solo es un indicador de muchas otras cosas excepto del bienestar económico familiar.

Competencia

En un mercado de producción de cemento dominado por 3 grandes empresas –Cemex, Holcim Apasco y Cementos y Concretos Nacionales (donde se incluye Cooperativa Cruz Azul)- la entrada de un cuarto competidor amplia la gama de posibilidades de una ajuste de precios a la baja y de la mejora del producto como diferenciación de la empresa.

El comienzo de actividades de la nueva productora de cemento de capital mexicano propiedad de Carlos Slim busca aprovechar los beneficios que tiene una economía con fines de impulsar la obra pública y la vivienda; el crecimiento del sector de la construcción en 2012 (ene-oct) aunque modesto de 4.5% pero superior al PIB correspondiente al tercer trimestre, permite considerarlo un buen negocio ya que además de este crecimiento, está el compromiso del gobierno federal de continuar creando infraestructura en el país.


La integración de un actor más en un mercado oligopólico resultará en una fuerte competencia por la participación del mercado. Como analogía, y guardando sus respectivas dimensiones, cuando Big Cola entro al mercado mexicano de las colas, generó una diversidad del producto, y aunque no se dio una importante guerra de precios, el consumidor mexicano salió beneficiado; aunque para el sistema de salud mexicano, resultó perdedor el consumidor ya que aumento el consumo de refrescos con el consecuente aumento de peso y de riesgo de contraer enfermedades asociadas a ello.


Bueno, pero a diferencia del mercado de gaseosas, la construcción es un sector que genera considerables beneficios a la economía nacional, ya que es un importante detonante del desarrollo, muestra de ello es que el país no sufrió tanto por las recientes problemas económicos internacionales, la construcción como generadora de empleos directos e indirectos y por generar una importante derrama económica en otras industrias, permitió cierto nivel de estabilidad.


El aumento de competencia y el otorgamiento de créditos dirigidos al consumo de materiales de construcción y artículos de mejora de vivienda como el que otorga Infonavit, permite prever cierto nivel de crecimiento en los indicadores macroeconómicos. Es importante que en otros sectores económicos se de también el aumento de competidores, pasar del mercado monopólico u oligopólico a un mercado de competencia monopolística.